miércoles, 4 de febrero de 2015

Una vez más hoy me pregunto: "¿la amo?", y una vez más no sé qué contestarme. O más bien por centésima vez me he contestado que la odiaba. Sí, me era odiosa. Hubo momentos - al terminar cada una de nuestras entrevistas- en que hubiese dado la mitad de mi vida por estrangularla. De haber sido posible hundirle un puñal en el pecho, creo que lo habría hecho con placer.
Y, sin embargo, palabra de honor, si en el Schlangenberg, en aquella cima de moda, me hubiera, efectivamente, dicho: "Tírese abajo de cabeza", me habría lanzado inmediatamente, incluso con satisfacción.
[El jugador, F.Dostoievsky]

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