martes, 26 de agosto de 2014

Y claro a Mozart no se lo puede escuchar con miedo sino con el espíritu libre y la conciencia tranquila. […] Ahora te servís whisky, por más que no te gusta empezar tan temprano. Pero no te tortures, torturador; no es posible que de una sola vez te quedes sin Mozart y sin whisky. Por lo pronto, el whisky no tiene tantas exigencias como Mozart: para disfrutar de un trago, no es imprescindible que tengas la conciencia tranquila. Más aún, mala conciencia con dos cubitos de hielo, es una bella combinazione.
[Escuchar a Mozart, M.Benedetti]

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