miércoles, 21 de agosto de 2013

Pero quién sabe
Y desplegaba su sonrisa. Comparada con la suya, la de la Gioconda era una pobre mueca. [...]
Su proyecto era estar unos meses en España y luego decidiría. Teníamos que vernos, claro, pero le dije que el domingo yo debía partir por tren nocturno hacia Andalucía y le propuse que me acompañara, así aprovechábamos el viaje a Granada para contarnos, una vez más, quiénes éramos. 
Imaginé que estaría sonriendo y que aún ahora la Gioconda saldría perdidosa. 
[Puentes como liebres, M.Benedetti]

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