lunes, 27 de mayo de 2013

¡Ay mísero de mí, ay infelice! 
Tu voz pudo enternecerme, 
tu presencia suspenderme, 
y tu respeto turbarme.
¿Quién eres? que aunque yo aquí
tan poco del mundo sé,
que cuna y sepulcro fue
esta torre para mí;
y aunque desde que nací
(si esto es nacer) sólo advierto
este rústico desierto
donde miserable vivo,
siendo un esqueleto vivo,
siendo un animado muerto.
[La vida es sueño, Calderón de la Barca]

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