Pero quién sabe.
Y desplegaba su sonrisa. Comparada con la suya, la de la Gioconda era una pobre mueca. [...]
Su proyecto era estar unos meses en España y luego decidiría. Teníamos que vernos, claro, pero le dije que el domingo yo debía partir por tren nocturno hacia Andalucía y le propuse que me acompañara, así aprovechábamos el viaje a Granada para contarnos, una vez más, quiénes éramos.
Imaginé que estaría sonriendo y que aún ahora la Gioconda saldría perdidosa.
[Puentes como liebres, M.Benedetti]
No hay comentarios:
Publicar un comentario