¡Ay mísero de mí, ay infelice!
Tu voz pudo enternecerme, tu presencia suspenderme,
y tu respeto turbarme.
¿Quién eres? que aunque yo aquí
tan poco del mundo sé,
que cuna y sepulcro fue
esta torre para mí;
y aunque desde que nací
(si esto es nacer) sólo advierto
este rústico desierto
donde miserable vivo,
siendo un esqueleto vivo,
siendo un animado muerto.
[La vida es sueño, Calderón de la Barca]
No hay comentarios:
Publicar un comentario